domingo, 8 de mayo de 2011

Etapa 8. Sábado, 7 de mayo de 2011. Fin de campaña y bonita ruta.

Fuenterroble de Salvatierra-Salamanca

Hace un viento frío polar. En el pueblo no ha abierto un solo bar y mientras decidimos si atacamos al Pico Dueñas sin desayunar, nos dicen los ciclistas con los que volvemos a topar que ha abierto la tienda del pueblo.

Compramos un Cacaolat de litro, unas magdalenas y unas empanadas y comemos algo. El frío hace que nos pongamos más ropa, salvo en las piernas, que no son del cuerpo.

Tiramos hacia el Pico Dueñas. Llegamos los segundos. Cuando llegan los de Mérida, intentan ir por el camino alternativo. Juan empieza a decirles "¡medio hoooombres, sois medio hooooombres!". Para rematar la faena, les digo, a lo Leo Harlem, "¡No hay güevos!" (yo, el que peor bici tiene para este terreno). 

Total que se dan la vuelta y empiezan a subir por la parte mala.

Nosotros les seguimos. Justo antes de coronar, la pendiente y la cantidad de piedras nos hacen echar el pie a tierra y practicar la técnica del "empujing". Arriba hace un viento del carajo, por eso será que hay un cerro de molinos de viento. Hacemos fotos y nos vamos a San Pedro de Rozados a comer algo y reponer fuerzas.

Allí volvemos a coincidir con la mitad de los ciclistas de España y compartimos experiencias y bocatas. Desde San Pedro a Salamanca quedan 22 km., una meadita en el océano, y encima cuesta abajo, casi todo.

Allí nos presentamos sobre las 14:30 y nos vamos al hotel que habíamos reservado más sucios que el palo de un gallinero, justo cuando llegaban a la celebración de una boda y dos comuniones lo más emperifollado de Salamanca. No sabemos si apuntarnos de parte de la novia a  la comilona, pero con estas pintas ¡adonde vamos!.

Visita a la ciudad después de recomponerlos y cena en la Taberna Celta, que nos tratan de cine (invitan a cenar a un peregrino) y nos pone más comida de la que somos capaces de trajinar.

Contentos como unas castañuelas, nos retiramos a nuestros aposentos, que mañana domingo nos venimos pa'l pueblo.

Se fini.





Etapa 7. Viernes, 6 de mayo de 2011. Otro etapón.

Oliva de Plasencia-Fuenterroble de Salvatierra

Al ser otro albergue turístico hay que prepararse el desayuno, más o menos, porque algo dejan hecho, como el café. Está hecho todo un poco desastre con la salida de los andarines, que lo han dejado todo de aquella manera.

Juan y yo nos vamos hacia el Arco de Cáparra, pasando por un camino cercado, con acceso a fincas inmensas llenas de toros.

En el Arco coincidimos de nuevo con los ciclistas con los que nos vamos entrecruzando constantemente. Nos hacemos fotos y nos vamos hacia Aldeanueva, donde nos apretamos un bocata a medias y unas latas de coca. No llevamos encima nada más que 9 euros y no hay cajeros. En algunos sitios no admiten tarjetas. 

El siguiente destino es Calzada de Béjar, que tiene una buena rampa para llegar al pueblo. El capital no nos da salvo para un café, que tomamos en este pueblo, aparte de sellar la credencial en el albergue Alba-Soraya, nombre de las dos hijas de Manuela, que lo regenta.

Seguimos por un bonito paisaje, no exento de cuestas hasta Fuenterroble, donde nos hospedamos en una casa rural. Ya han llegado las familias de Juan y Pedro y pasaremos el fin de semana con ellos.

Cenamos en Guijuelo, que tiene un jamón malo, malo, malo...



Etapa 6. Jueves 5 de mayo de 2011. Otra baja

Embalse de Alcántara-Oliva de Plasencia

Ha salido hasta el tato del albergue. No nos han dejado ni una taza limpia. Como corresponde a este albergue de diseño, fregamos las tazas, platos y cubiertos con gel de ducha. Preparamos el desayuno con lo poco que nos habían dejado. Cerramos el albergue y echamos la llave al buzón.
Paisaje duro al principio. Los primeros kilómetros son de subida pedregosa hasta Cañaveral. Decidimos pasar por el pueblo, ya que teníamos que hacer unas compras. Antes de llegar, en el puente de San Benito, nos encontramos a un monitor de gimnasia, con todas las viudas del pueblo haciendo algo parecido al Taichi. Nos hacen la ola, un pasillo para que pasemos y nos aplauden. Así que nos quedamos a bromear con ellas.

- Ya notaba desde la distancia ciertas ferormonas, dice Pedro.
- ¡Que saquen los cubatas y empiece la fiesta!, dice Juan
- Acaba de pasar una peregrina hace poco
- ¿Y cómo iba?, lo digo por si hay que rematarla, para que no sufra, digo yo.

Las señoras se ríen. 

- Id a ver la iglesia del pueblo, que está muy bonita, dice una de ellas
- Pues allá que vamos, decimos. 

Y nos hacen otra vez el pasillo y aplauden. 

Nos encontramos con dos abuelos al entrar en el pueblo. Otra parada para hablar con ellos. Son muy salados. De uno de ellos estábamos esperando, en un momento de la conversación que dijera "Cuñaaaaaaooooo" y el otro abriera la boca y tuviera un diente. Geniales, los abuelos.

Compramos, comemos algo y tiramos hacia el puerto de los castaños, por carretera. Allí coincidimos de nuevo con un grupo ciclista de Mérida. Suben como si tuvieran motor. El único que aguanta su ritmo es Juan.  Pedro detrás y yo subo como puedo.

Vamos a Grimaldo por el Camino. Preciosas dehesas y pequeños embalses de agua. Todo muy verde.

Pedro tiene problemas con el eje del pedalier. Tenemos que parar cada 500 m para apretar una tuerca que tiene holgura.

Bordeamos Riolobos y al tomar un desvío hacia Galisteo, en un paso canadiense (tubos de metal puestos en el suelo en paralelo para que no pase el ganado), Pedro hace su última aparición estelar y rompe la pletina del cambio trasero, doblando todo el mecanismo de arrastre de la cadena. Baja segura. Estamos a 5 ó 6 km. de Galisteo y hay que seguir a pie. la previsión era llegar sobre las 14:00 horas y llegamos dos horas después.

En el bar Los Emigrantes, pese a la hora, nos dan de comer. Pedro y yo, por el calor y el cansancio, apoyamos la cabeza en una verja y nos quedamos dormidos, al menos yo.

Pedro se queda en Galisteo esperando que le recoja Yolanda. Juan y yo nos vamos hacia Oliva de Plasencia, en donde hay otro albergue turístico. Otros 75 km nos han salido. No me extraña que tengamos las piernas de madera.

Cenamos en Plasencia, gracias a que estábamos motorizados, porque en el pueblo no había nada de nada. 

Volvimos tarde. Nos acostamos, en mi caso en una cama en vez de litera. A las 03:00 horas más o menos intento separar la cama de la pared para retirar un poco el edredón cuando dos de las patas se abren y me pego un castañazo contra el suelo que suena en todo el albergue.

Tiro el colchón al suelo. De ahí no paso.



Etapa 5. miércoles 4 de mayo de 2011. Día azul

Alcuescar-Embalse de Alcántara

La Sra. Ángeles nos pone un desayuno casero con muchos bollos. Salimos madrugando, como siempre, a eso de las 10:00 horas. Hasta Aldea del Cano vamos a toda pastilla. Sellamos y nos vamos hacia el aeródromo de Cáceres, donde Pedro revienta una cámara (tardaba ya mucho en no hacerlo). Al repararla, nos damos cuenta de que las cubiertas están hechas fosfatina. Hay que cambiarlas. Ponemos cinta americana y conseguimos llegar hasta Valdesalor, donde intercambiamos las cubiertas para que la mejor vaya atrás.
Le damos un poco de cera a la bici para llegar a Cáceres antes de las 14:00 para poder comprar las cubiertas. Llegamos 10 minutos antes de que cierren, compramos y nos vamos a comer que estamos un poco necesitados. 

Pedro cambia la cubierta peor y tiramos para el Casar de Cáceres. Sellamos en el albergue, el resto del pueblo, todo cerrado. Subo al baño, veo que todo el mundo está intentando echar la siesta, las ventanas abiertas por el calor,  cuando oigo vocear a Juan desde la plaza: "Ese hooooommmmbre que va a deponer su actitud".

Nos vamos con toda la solanera hasta el embalse de Alcántara, a más de 20 km. Llegamos relativamente bien. Hay bajadas por carretera de infarto y alguna subida también. Nos acomodamos, nos dan de cenar comida prefabricada (al menos hay algo, que el año pasado no había nada). 

Hoy han vuelto a ser más kilómetros de la cuenta (74 km). Siempre nos sale alguno gratis, en contra, claro.



Etapa 4. Martes, 4 de mayo de 2011. Aparentemente de tránsito.

Torremejía-Alcuescar
Amanecemos los últimos del albergue. Los andarines, como siempre, nos preceden. Vamos a limpiar/engrasar las bicicletas porque quedaron impresentables el día anterior. Esto nos retrasa la salida y hace que nos encontremos de nuevo a la "ciborg" Rosa Poyo "veloz", que va como idem sin cabeza, a todo trapo.

Hasta Mérida no hay nada que reseñar, salvo que entre las gestiones para volver a la vida al móvil de Juan, que estaba muerto y arreglos varios en las bicicletas de Pedro y mía, se nos van dos horas o más en esa bonita ciudad. A la salida de Mérida volvemos a coincidir con el "ciborg". Ya estamos seguros que no es humana, está hecha de material reciclable.

Proserpina ya no está en obras como el año pasado y llegamos sin problemas, con calor y cuestas, pero sin problemas. Pedro tiene que hacer lo que le mandan sus genes y se baña en el pantano. Dice que se ha quedado como Dios.

Después de dejar el pantano hay que fijarse bien en la salida a la izquierda, muy mal señalada, pero estábamos sobre aviso y no nos perdemos. En Aljucén paramos a tomar algo y nos vamos a Alcuescar, no sin antes tenernos que resguardar en una gasolinera del tormentón de las 18:00 que últimamente nos pilla. Cuando amaina nos vamos al albergue de peregrinos, pero nos cierran a las 21:00, previa misa y cena. Así no nos da tiempo ni a respirar y hay que ver el partido del Madrid-Barcelona, así que nos vamos a la Casa Grande, donde nos alojan en un apartamento-casa rural-casa de pueblo, con cierto estilo.

Nos da de cenar la buena señora, casada con un asturiano, del que Pedro se ha hecho íntimo amigo ya, y con el que ha quedado en verse este verano. Al terminar la cena nos topamos en el patio de la casa con dos italianas que habían cenado al lado nuestro y que están haciendo un reportaje para la radio italiana sobre la Vía de la Plata.

Nos quedamos a bromear y nos perdemos el partido. Cuando se marchan, hacemos lo mismo, tomamos algo en un bar donde se pasan por el forro la ley antitabaco y para la cama que hoy han caído más de 70 km. y estamos un poco perjudicados.


 

lunes, 2 de mayo de 2011

Etapa 3. Lunes, 2 de mayo de 2011. Previsión divina, fin machacante.

Calzadilla de Barros-Torremejía.

El tiempo parecía maravilloso, maravilloso, y así ha sido hasta las 17:00 horas. En fin, todo  no puede ser perfecto.

Hemos salido de Calzadilla después de ir a visitar a Isabel, la señora que cuida la iglesia y que ayer se llevó el sello a su casa para que selláramos por la mañana. Nos regalaron unos posters del retablo de la iglesia, que es un lujo.

Nada más salir nos confundimos de camino, era más florido, pero imposible de seguir a los 3 km de pedaleo. 

Como el original obliga a meterse hasta el refajo en el barro, para cruzar un arroyo, decidimos sortearlo por carretera. Llegamos, después de 10 km. extras, gratis por la cara, a La Puebla de Sancho Pérez y nos vamos a ver el albergue turístico y la plaza de toros más antigua de España, del año 1300. Nos atienden muy bien Samia y Jesús, que llaman al albergue de Torremejía para ver cómo están las cosas y que no nos quedemos sin dormir esta noche.

En la siguiente población, Zafra, disfrutamos de sus plazas, la Grande y la Chica. También del parador, donde nos sellan. Nos vamos hacia Los Santos de Maimona y nos encontramos con la pre-romería de San Isidro. Nos para la fuerza pública, que impedía el paso a vehículos por la celebración. Como nosotros venimos de parte de Santiago y además San Isidro es colega, allí en Madrid, nos dejan pasar y a continuación abordamos un carromato lleno de gente simpática que nos da de comer queso, chorizo, salchichón, picos, vino y huevos duros rebozados. Total que comemos por la cara. Más abajo, otros nos invitan a cerveza y aceitunas, eso que le gusta tanto a nuestro querido Pani, que se ha perdido este año el Camino por causas ajenas a su voluntad. ¡Animo Pani!.

Hace bueno. Nos vamos a Villafranca de los Barros. Allí coincidimos con Robocop, que nos dice que se llama Rosa, y que de pequeña la llamaban gallo peleón. No nos extraña. Eso es inhumano, lo que se curra esta chica. Bromeamos con ella y salimos para Torremejía. Nos quedan casi 30 km. todavía. Al poco tiempo, según entramos en una zona de camino arcilloso, empieza un tormentón. Se nos ponen las bicis de barro hasta el corvejón. No hay forma de seguir. Aquello no tira hasta que quitamos los pegotes de barro, de a kilo cada uno, con la mano. Juan se ha librado porque iba delante y ha salido a otro trozo de pista mejor. Pero Pedro y yo estamos de fango hasta arriba.

Logramos quitar el barro y continuamos los tres. A los diez minutos nos empieza a caer una inmensa. Con granizo durante bastante tiempo. No para de llover. Avanzamos como podemos. No hay sitio donde guarecerse. De repente, empieza a bajar agua como si de un río se tratase, por el camino que llevamos. Desde una viña, al lado derecho, hasta otra al lado izquierdo, empieza a desparramarse agua por un tubo. Viene un todo terreno de frente y mete las ruedas en el agua hasta más de la mitad. Como el señor iba dentro, tan ricamente, se para a charlar, como si estuviéramos en la terraza de un bar.

Nos caía y nos caía y además teníamos que atravesar ese río, transversal, delante de nosotros.

Nos ponemos a ello y con lo que estaba cayendo, metemos los pies en el agua, a cada pedalada que damos. Estamos como sopas. Continuamos para bingo, no hay forma de parar a guarecerse. No para de llover. 

Antes de llegar a Torremejía me da un bajón y tengo que parar y andar un poco hasta reponerme. Llegamos más o menos bien. Han sido 80 km. Nos recibe Fermín en el Palacio de los Lastra, ahora albergue turístico de la Junta. Muy amable. Nos atiende y nos acomodamos. Ducha absolutamente necesaria. Nos vamos a cenar y de vuelta, pues aquí, escribiendo esto. Hasta mañana. Buenas noches.





Etapa 2. Domingo 1 de mayo de 2011. Todo lleno. Todo en fiestas

Almadén de la Plata-Calzadilla de Barros
 
Nos vamos de Almadén de la Plata con regulares perspectivas referentes al tiempo y buenas con respecto al paisaje. Los primeros 15 km hasta El Real de la Jara son de empujar la bici en algunos tramos y de recoger barro en las zapatillas para hacer seis botijos.

Paisaje precioso, con mucha subida-bajada. En El Real paramos en casa  Sonia que nos prepara la primera delicatessen del Camino: bocata de mortadela Sevillana (con aceitunas). Hasta Monesterio nos quedan más de 20 km. Nos encontramos de nuevo con la pareja de austriacos y les ayudamos con las compras. Hacia Monesterio nos encontramos con unos excursionistas. Juan insiste en que si hay alguna titulada le hagan el boca a boca. No hay ninguna, así que nos quedamos con las ganas. Nos dicen que en Monesterio comamos jamón y en Fuente de Cantos, la chanfaina, que están de fiestas.

Hacemos lo primero, pero no lo segundo. El jamón ha desplazado a la mortadela como delicatessen hasta el momento. De lujo. La tendera, Loli, nos da palique y el teléfono para encargar jamones para Navidad.

Nos vamos de Monesterio hacia Fuente de Cantos y se nos hace largo. 

Tenemos que atravesar un arroyo descalzos, no hay forma de hacerlo montados. Nos encontramos con una valenciana super-machaca que se hace dos etapas al día. Nos deja alucinados. Creemos que es un ciborg y debajo de la ropa está hecha de metal y de circuitos impresos.

En Fuente de Cantos, está todo el mundo en casetas, bebe que te bebe. La feria de la chanfaina. Tenemos que parar para comer algo. No nos da el "celebro" para más. Llamamos al albergue. Todo lleno. Nos tenemos que ir a Calzadilla de Barros porque llegar hasta lo previsto (Puebla de Sancho Pérez) es una ilusión óptica. Estamos cansados. Las previsiones de km teóricas se tornan imposibles con los km prácticos. Mañana ya veremos como nos apañamos con la mega-etapa hasta Torremejía.



Etapa 1. Sábado, 30 de abril de 2011. Lluvia pa'burrir

Guillena-Almadén de la Plata

El viaje a Sevilla, con varios contratiempos: salir un poco tarde, dejar la fragoneta en un polígono donde no llega la luz del día, jugarnos el tipo cruzando la autovía y rezar para que un taxi, después de dos llamadas viniera a rescatarnos. Perdimos el autobús a Guillena y tuvo el buen hombre que llevarnos al lugar de origen. Cena de congelados Findus y a dormir.

Cualquiera diría que dormir en un chalé significa un lujo asiático. Pues hubo que tirar un par de colchones al suelo y Juan al sofá, como los buenos matrimonios. Así dormimos, así nos despertamos. Y para desayunar, un pic-nic que tuvimos que calentar después de averiguar donde estaba la bombona de butano y conectarla, "a tal fin".

Según nos levantamos, empezamos a pertrecharnos y deberíamos tener tal pinta que el cielo se puso a llorar. Llueve que te llueve, pasamos Burgillos, Castilblanco de los Arroyos  y nos encaminamos a Los Berrocales, con niebla, lluvia y a veces seco. Si hubiéramos tomado el Camino en Guillena, en vez de la carretera, estaríamos atascados en el barro todavía.

Los Berrocales sigue siendo una gran experiencia, muy bonita la finca y este año, sabiendo lo que nos pasó el pasado, se ha llevado mejor. El truco: dos plátanos, 30 km. menos en las piernas e ir sin sillín. Todo un acierto.

El Calvario ha sido un vía crucis igual, pero de día los gatos son menos pardos. 

Hemos llegado a Almadén de la Plata y la pensión Conchi nos ha recibido con los brazos abiertos, nos ha dado de cenar y gracias a unos austriacos muy amables hemos tenido mesa a una hora decente, porque todo estaba a reventar.

Hemos dado una vuelta por el pueblo y nos han regalado un gorrino a cada uno, con formato de llavero, todo esto por buscar sitios para sellar la cartilla cupón-hogar-moderno.

Pedro hace vídeos cada 10 minutos y los envía a toda la parroquia por internet, cosa que agradecen por estar viviendo el Camino casi a tiempo real.

Recuerdos a todos los no presentes por un motivo u otro.

Mañana tenemos más de 70 km para disfrutar.