Monte do Gozo a Santiago de Compostela (sólo 4,5 km.)
Salgo del albergue hacia la estación de autobuses. Ni Dios por las calles, que gozada. Llego, me dicen que hay una plaza en el Supra de las 16:00, que acaban de anular y la cojo. Llegaré a Madrid sobre las 23:59. No estoy para coger el de las 21:30 y llegar a las 6:30 del lunes, que no voy a poder ni poner la rueda delantera otra vez en su sitio, en el estado calamitoso que llegase.
Dejo la bici en consigna y a callejear. Cuando estoy delante de la catedral, afotándola, aparecen Roland y Begoña diciéndome "quítame a mi la foto" (allí dicen quítame, en vez de tírame). Les acompaño a la oficina del peregrino, nos damos la dirección y nos despedimos, que va a empezar la misa.
Veo la catedral por dentro y cojo sitio, que está petado. Yo creía que iban a decir los nombres, pero es imposible, hay tanto peregrino que dicen el origen de cada uno y de donde ha partido. De San Jean Pied-de-Port sólo hay un madrileño. Así que yo.
Alucinante, la gente viene de Sudáfica, Nueva Zelanda, Méjico, Brasil, media Europa y España. La monja canta de lujo y el cura da un sermón (según la acepción peor de la palabra) en la homilía.
En fin, salgo y callejeo hasta comer, compras varias y para la terminal, que hay que preparar la bicicleta, los bártulos y al autobús. Menos mal que es muy cómodo, mucho espacio y me vienen dando toda clase de bebidas, dulces y tentenpies durante todo el regreso.
Me recoge mi amigo Manolo en Mendez Álvaro y a dormir en una cama decente...
Salgo del albergue hacia la estación de autobuses. Ni Dios por las calles, que gozada. Llego, me dicen que hay una plaza en el Supra de las 16:00, que acaban de anular y la cojo. Llegaré a Madrid sobre las 23:59. No estoy para coger el de las 21:30 y llegar a las 6:30 del lunes, que no voy a poder ni poner la rueda delantera otra vez en su sitio, en el estado calamitoso que llegase.
Dejo la bici en consigna y a callejear. Cuando estoy delante de la catedral, afotándola, aparecen Roland y Begoña diciéndome "quítame a mi la foto" (allí dicen quítame, en vez de tírame). Les acompaño a la oficina del peregrino, nos damos la dirección y nos despedimos, que va a empezar la misa.
Veo la catedral por dentro y cojo sitio, que está petado. Yo creía que iban a decir los nombres, pero es imposible, hay tanto peregrino que dicen el origen de cada uno y de donde ha partido. De San Jean Pied-de-Port sólo hay un madrileño. Así que yo.
Alucinante, la gente viene de Sudáfica, Nueva Zelanda, Méjico, Brasil, media Europa y España. La monja canta de lujo y el cura da un sermón (según la acepción peor de la palabra) en la homilía.
En fin, salgo y callejeo hasta comer, compras varias y para la terminal, que hay que preparar la bicicleta, los bártulos y al autobús. Menos mal que es muy cómodo, mucho espacio y me vienen dando toda clase de bebidas, dulces y tentenpies durante todo el regreso.
Me recoge mi amigo Manolo en Mendez Álvaro y a dormir en una cama decente...