Embalse de Alcántara-Oliva de Plasencia
Ha salido hasta el tato del albergue. No nos han dejado ni una taza limpia. Como corresponde a este albergue de diseño, fregamos las tazas, platos y cubiertos con gel de ducha. Preparamos el desayuno con lo poco que nos habían dejado. Cerramos el albergue y echamos la llave al buzón.
Paisaje duro al principio. Los primeros kilómetros son de subida pedregosa hasta Cañaveral. Decidimos pasar por el pueblo, ya que teníamos que hacer unas compras. Antes de llegar, en el puente de San Benito, nos encontramos a un monitor de gimnasia, con todas las viudas del pueblo haciendo algo parecido al Taichi. Nos hacen la ola, un pasillo para que pasemos y nos aplauden. Así que nos quedamos a bromear con ellas.
- Ya notaba desde la distancia ciertas ferormonas, dice Pedro.
- ¡Que saquen los cubatas y empiece la fiesta!, dice Juan
- Acaba de pasar una peregrina hace poco
- ¿Y cómo iba?, lo digo por si hay que rematarla, para que no sufra, digo yo.
Las señoras se ríen.
- Id a ver la iglesia del pueblo, que está muy bonita, dice una de ellas
- Pues allá que vamos, decimos.
Y nos hacen otra vez el pasillo y aplauden.
Nos encontramos con dos abuelos al entrar en el pueblo. Otra parada para hablar con ellos. Son muy salados. De uno de ellos estábamos esperando, en un momento de la conversación que dijera "Cuñaaaaaaooooo" y el otro abriera la boca y tuviera un diente. Geniales, los abuelos.
Compramos, comemos algo y tiramos hacia el puerto de los castaños, por carretera. Allí coincidimos de nuevo con un grupo ciclista de Mérida. Suben como si tuvieran motor. El único que aguanta su ritmo es Juan. Pedro detrás y yo subo como puedo.
Vamos a Grimaldo por el Camino. Preciosas dehesas y pequeños embalses de agua. Todo muy verde.
Pedro tiene problemas con el eje del pedalier. Tenemos que parar cada 500 m para apretar una tuerca que tiene holgura.
Bordeamos Riolobos y al tomar un desvío hacia Galisteo, en un paso canadiense (tubos de metal puestos en el suelo en paralelo para que no pase el ganado), Pedro hace su última aparición estelar y rompe la pletina del cambio trasero, doblando todo el mecanismo de arrastre de la cadena. Baja segura. Estamos a 5 ó 6 km. de Galisteo y hay que seguir a pie. la previsión era llegar sobre las 14:00 horas y llegamos dos horas después.
En el bar Los Emigrantes, pese a la hora, nos dan de comer. Pedro y yo, por el calor y el cansancio, apoyamos la cabeza en una verja y nos quedamos dormidos, al menos yo.
Pedro se queda en Galisteo esperando que le recoja Yolanda. Juan y yo nos vamos hacia Oliva de Plasencia, en donde hay otro albergue turístico. Otros 75 km nos han salido. No me extraña que tengamos las piernas de madera.
Cenamos en Plasencia, gracias a que estábamos motorizados, porque en el pueblo no había nada de nada.
Volvimos tarde. Nos acostamos, en mi caso en una cama en vez de litera. A las 03:00 horas más o menos intento separar la cama de la pared para retirar un poco el edredón cuando dos de las patas se abren y me pego un castañazo contra el suelo que suena en todo el albergue.
Tiro el colchón al suelo. De ahí no paso.
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