Astorga a Ponferrada.
El asturiano me deja solo a las 6:00 ó 6:30. Yo a mi bola, a las 7:30 me levanto como un señor. Salgo a cámara lenta por el casco antiguo de Astorga, de lo bonita que es.
Decido ir a desayunar a Castrillo de los Polvazares, pero sólo hay restaurantes y ninguno abierto. De todas formas me hincho a hacer fotos. El pueblo es perfecto. Deben hacer miles de cocidos maragatos diariamente. En el pueblo siguiente paro a desayunar y el señor de la entrada que vende conchas y otras cosas dice que vaya al segundo bar, que es de su hijo, y que al primero no le hace falta, que está forrado.
Me voy y cuando llevo 17 km veo a Severino. Le saludo y me dice que lleva una lata de navajitas y jamón serrano y que quede a almorzar con él. Acabo de desayunar, pero no lo voy a despreciar... Nos vamos a un albergue en el que pernoctó el año pasado, casa Pilar, pedimos una botella de clarete frío y una barra de pan. Nos hacemos el bocata mixto de jamón y navajitas y mientras yo me tomo un vaso de vino, él se pimpla el resto. No hacemos fotos, nos damos la dirección y me dice que cuando vaya a Gijón, vaya a los bomberos, que lo que yo quiera...
Lo siguiente es dejarme las asaduras subiendo la cruz de hierro. Arriba, otro peregrino me tiene que llenar el tanque, porque ya no llevo ni gota.
La bajada de la Cruz es de película, hay que ir frenando porque la cabra se pone a más de 60 si no.
Llego a El Acebo y Molinaseca y al llenar el tanque de nuevo veo pasar flechada a la pareja gallega. Nos vemos en Ponferrada, me dicen.
En 9 km llego a Ponferrada. En el albergue coincido con ellos, me siento y me llega una hospitalera brasileira, creo, y me pregunta si estoy cansado. (No se me ve, coño), así que me da un abrazo que me deja sin respiración, para reanimarme, dice. Muy amable y cariñosa la señora.
Salgo a ver la ciudad, que tiene un castillo templario de mírame y no te menees, aunque todavía en obras. Me dicen en la chocolatería que tenían que haberlo abierto hace 15 días, pero estamos en España. Me quedo sin memoria en la cámara, hay que fastidiarse.
Ceno en un italiano recomendado por los chocolateros, y aciertan. De lujo, antes del sueño reparador...
Decido ir a desayunar a Castrillo de los Polvazares, pero sólo hay restaurantes y ninguno abierto. De todas formas me hincho a hacer fotos. El pueblo es perfecto. Deben hacer miles de cocidos maragatos diariamente. En el pueblo siguiente paro a desayunar y el señor de la entrada que vende conchas y otras cosas dice que vaya al segundo bar, que es de su hijo, y que al primero no le hace falta, que está forrado.
Me voy y cuando llevo 17 km veo a Severino. Le saludo y me dice que lleva una lata de navajitas y jamón serrano y que quede a almorzar con él. Acabo de desayunar, pero no lo voy a despreciar... Nos vamos a un albergue en el que pernoctó el año pasado, casa Pilar, pedimos una botella de clarete frío y una barra de pan. Nos hacemos el bocata mixto de jamón y navajitas y mientras yo me tomo un vaso de vino, él se pimpla el resto. No hacemos fotos, nos damos la dirección y me dice que cuando vaya a Gijón, vaya a los bomberos, que lo que yo quiera...
Lo siguiente es dejarme las asaduras subiendo la cruz de hierro. Arriba, otro peregrino me tiene que llenar el tanque, porque ya no llevo ni gota.
La bajada de la Cruz es de película, hay que ir frenando porque la cabra se pone a más de 60 si no.
Llego a El Acebo y Molinaseca y al llenar el tanque de nuevo veo pasar flechada a la pareja gallega. Nos vemos en Ponferrada, me dicen.
En 9 km llego a Ponferrada. En el albergue coincido con ellos, me siento y me llega una hospitalera brasileira, creo, y me pregunta si estoy cansado. (No se me ve, coño), así que me da un abrazo que me deja sin respiración, para reanimarme, dice. Muy amable y cariñosa la señora.
Salgo a ver la ciudad, que tiene un castillo templario de mírame y no te menees, aunque todavía en obras. Me dicen en la chocolatería que tenían que haberlo abierto hace 15 días, pero estamos en España. Me quedo sin memoria en la cámara, hay que fastidiarse.
Ceno en un italiano recomendado por los chocolateros, y aciertan. De lujo, antes del sueño reparador...
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