Roncesvalles a Cizur Menor (cerca de Pamplona)
Salimos pronto. Entramos en el Camino muy cerca de Roncesvalles. Está lleno de acebos y otros árboles. Desayunamos en el primer pueblo e iniciamos otra vez el recorrido hacia el alto de Mezquiriz. En un cruce, una señora, abre la ventana y empieza a darnos indicaciones. Como no la oigo, me acerco y ella sale de su casa y me dice que la hagamos caso, que es muy mayor y conoce la zona, que vayamos por "el verde", no por la carretera, que es peor.
La hacemos caso. Pasamos Lintzoain y llegamos a Erro. El camino tiene unos paisajes de alucinar y el trayecto es duro porque no siempre podemos ir montados en bici. Llegamos al puente de Zubiri, donde antíguamente curaban la rabia. Salimos hasta Larrasoaña y unas niñas nos intentan colocar toda una serie de avalorios que hacen ellas mismas. Nos vamos al pueblo a llenar los tanques y el estómago (un tentenpié) , que a la una tenemos ya telarañas.
Optamos por la carretera para llegar a Pamplona. A mi compañero Javier se le rompe el soporte de las mochilas. Llevo un tornillo y una tuerca. Hacemos una ñapa y continuamos. Comemos a 4 km de Pamplona. Se pone a llover como si no lo hubiera hecho nunca. En un claro, nos vamos a Pamplona.
Vemos un poco el casco antiguo y nos dirigimos a Cizur Menor, al albergue. La señora no nos deja de echar broncas desde que llegamos, y eso que habíamos llamado para reservar. El sitio por fuera y lo que son los jardines, bien, pero nos aloja en una cuadra venida a más (al sacar las mulas y enlosar el suelo ya tiene otro caché).
Por la mañana me dicen que si tuvieran que dormir conmigo a menudo me molían a "patás". Ha sido una noche con un sueño muy profundo, y he tenido a un rastas haciendo "nek" "nek", o como se diga, toda la noche. Los ronquidos deben haberse oído en Pamplona.
La hacemos caso. Pasamos Lintzoain y llegamos a Erro. El camino tiene unos paisajes de alucinar y el trayecto es duro porque no siempre podemos ir montados en bici. Llegamos al puente de Zubiri, donde antíguamente curaban la rabia. Salimos hasta Larrasoaña y unas niñas nos intentan colocar toda una serie de avalorios que hacen ellas mismas. Nos vamos al pueblo a llenar los tanques y el estómago (un tentenpié) , que a la una tenemos ya telarañas.
Optamos por la carretera para llegar a Pamplona. A mi compañero Javier se le rompe el soporte de las mochilas. Llevo un tornillo y una tuerca. Hacemos una ñapa y continuamos. Comemos a 4 km de Pamplona. Se pone a llover como si no lo hubiera hecho nunca. En un claro, nos vamos a Pamplona.
Vemos un poco el casco antiguo y nos dirigimos a Cizur Menor, al albergue. La señora no nos deja de echar broncas desde que llegamos, y eso que habíamos llamado para reservar. El sitio por fuera y lo que son los jardines, bien, pero nos aloja en una cuadra venida a más (al sacar las mulas y enlosar el suelo ya tiene otro caché).
Por la mañana me dicen que si tuvieran que dormir conmigo a menudo me molían a "patás". Ha sido una noche con un sueño muy profundo, y he tenido a un rastas haciendo "nek" "nek", o como se diga, toda la noche. Los ronquidos deben haberse oído en Pamplona.
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