Villafranca Montes de Oca a Castrojeriz
Salimos de Villafranca Montes de Oca sobre las 8:30 y lo primero que tenemos es una cuesta imposible con destino a La Pedraja. El recorrido está lleno de barro, pero los paisajes son preciosos y merece la pena ir por el Camino.
Vemos San Juan de Ortega, que fué discípulo de Santo Domingo de la Calzada, y que tiene una cripta a imagen y semejanza. Mis compañeros se adelantan hacia Burgos; quedamos en la catedral. Yo voy haciendo fotos cada 100 metros y los pierdo...
Paso por Atapuerca y no no me quiero quedar en la exposición permanente como eslabón perdido.
La subida que hay llena de piedras desde Atapuerca hasta un alto en el monte es para sudar la gota gorda, ¡encima el lorenzo pegaba de cuidado!.
Llego a Burgos, paso por mi antiguo Gobierno Militar y no me quedo ni a saludar. Voy directo a la catedral. Ni Dios esperándome. Hago fotos. Espero media hora. Llamo por teléfono y como no hay respuesta me voy dirección León.
Pregunto a un paisano. Hablamos un ratillo de Burgos, Toledo, León y sus catedrales y me recomienda comer a 6 km. en Villalbilla, en "Casa Tomasa". Mientras que voy, veo a la pareja de gallegos que conocimos el día anterior, Ronald y Begoña. Les digo donde voy a comer, se apuntan y nos ponemos como el quico por 8 euros en la citada Tomasa.
Salimos como un reloj hacia el destino del día, Castrojeriz, al cual llegamos después de 85 km de pedaleo. Nos derivan al refugio de "no me acuerdo ahora del nombre", que atienden un matrimonio de hospitaleros.
Es un refugio tradicional, sin lavadora, sin móvil, sin ruido, sin calefacción, pero son muy amables y las instalaciones son muy majas. Me toca en la litera de arriba y como es la buhardilla tengo las vigas de madera al lado de la cabeza. Total, que hay que dormir con los pies en el cabecero, porque si me levanto por la noche y no me acuerdo, el cebollazo en el techo puede dejarme ko.
De mis compañeros no se nada de nada. Ahora estoy con Ronald y con Begoña.
Al acostarnos, el de la litera de abajo de Begoña, hace "ras" y le calza un cuesco. Ella (con acento gallego, que tiene más gracia), dice, !qué guarro!, !qué mal huele!, y el otro, bajito, !se me ha escapado!. Roland dice, si me tiro yo uno de esos levanto el saco medio metro, ¡y dice que se le ha escapado!. Nos reímos 5 minutos antes de dormir.
Vemos San Juan de Ortega, que fué discípulo de Santo Domingo de la Calzada, y que tiene una cripta a imagen y semejanza. Mis compañeros se adelantan hacia Burgos; quedamos en la catedral. Yo voy haciendo fotos cada 100 metros y los pierdo...
Paso por Atapuerca y no no me quiero quedar en la exposición permanente como eslabón perdido.
La subida que hay llena de piedras desde Atapuerca hasta un alto en el monte es para sudar la gota gorda, ¡encima el lorenzo pegaba de cuidado!.
Llego a Burgos, paso por mi antiguo Gobierno Militar y no me quedo ni a saludar. Voy directo a la catedral. Ni Dios esperándome. Hago fotos. Espero media hora. Llamo por teléfono y como no hay respuesta me voy dirección León.
Pregunto a un paisano. Hablamos un ratillo de Burgos, Toledo, León y sus catedrales y me recomienda comer a 6 km. en Villalbilla, en "Casa Tomasa". Mientras que voy, veo a la pareja de gallegos que conocimos el día anterior, Ronald y Begoña. Les digo donde voy a comer, se apuntan y nos ponemos como el quico por 8 euros en la citada Tomasa.
Salimos como un reloj hacia el destino del día, Castrojeriz, al cual llegamos después de 85 km de pedaleo. Nos derivan al refugio de "no me acuerdo ahora del nombre", que atienden un matrimonio de hospitaleros.
Es un refugio tradicional, sin lavadora, sin móvil, sin ruido, sin calefacción, pero son muy amables y las instalaciones son muy majas. Me toca en la litera de arriba y como es la buhardilla tengo las vigas de madera al lado de la cabeza. Total, que hay que dormir con los pies en el cabecero, porque si me levanto por la noche y no me acuerdo, el cebollazo en el techo puede dejarme ko.
De mis compañeros no se nada de nada. Ahora estoy con Ronald y con Begoña.
Al acostarnos, el de la litera de abajo de Begoña, hace "ras" y le calza un cuesco. Ella (con acento gallego, que tiene más gracia), dice, !qué guarro!, !qué mal huele!, y el otro, bajito, !se me ha escapado!. Roland dice, si me tiro yo uno de esos levanto el saco medio metro, ¡y dice que se le ha escapado!. Nos reímos 5 minutos antes de dormir.
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